Análisis American Arcadia – La audiencia lo es todo

American Arcadia es un título desarrollado por Out of the Blue Games (creadores de Call of the Sea, 2021) y publicado por Raw Fury, que verá la luz hoy mismo. En The Art of Gaming hemos tenido el honor de pasárnoslo de una forma anticipada para poder traeros nuestro análisis.

Combinando exploración, con acertijos y puzles, American Arcadia nos transporta a una ciudad retro-futurista ambientada en la década de los 70, donde toda la vida de sus habitantes es retransmitida. ¿Creéis que las personas atrapadas en Arcadia son conscientes? ¡Comienza a averiguar la verdad! 

Os dejamos a continuación con su tráiler:

Una vida rutinaria

Trevor Hills es un hombre de unos 28 años con una vida… ¡Aburrida de ver! Para él resulta más que agradable hacer las mismas actividades diariamente, para terminar en su trabajo de oficina sentado frente a una pantalla. ¿Su mayor alegría? Llegar a casa para poder tocar alguna canción al piano o alimentar a su tortuga Kovacs. 

Poco a poco este simpático y bigotudo personaje se irá dando cuenta de una serie de sucesos que ocurren a su alrededor. Parece que algo le trata de comunicar un mensaje o mandarle señales. Esta entidad extraña es Kovacs, no su tortuga, sino que es otra persona que se hace pasar por ese seudónimo (inspirado en un científico-investigador del universo de este videojuego).

Kovacs se dedicará a guiar a Trevor en su camino hacia la libertad. Este no será fácil y estará lleno de impedimentos, seguridad y acertijos, para los que la combinación de la agilidad y voluntad de ambos será más que esencial.

¿Lograrás escapar de Arcadia?

Arcadia, ciudad de vacaciones… ¿Dígame?

Según transcurra un poco la historia, nos daremos cuenta que vivimos literalmente en una burbuja. Arcadia se encuentra rodeada de una cúpula, donde todos los habitantes son televisados y las audiencias son una parte fundamental del sustento de este «ecosistema«.

¿Por qué si a Trevor le gusta su vida, quiere largarse de esa ciudad que monetiza su vida entera? Como era de esperar, los ciudadanos de Arcadia no conocen estos sucesos y cuando él se da cuenta, se siente como un animal encerrado en un zoo (algo así como ocurre con la famosa película El Show de Truman, protagonizada por Jim Carrey y dirigida por Peter Lindsay Weir en 1998). Cuando se da cuenta de esto y con la ayuda de Kovacs, se ve en la necesidad de luchar contra esas «leyes impuestas».

Como espectadores, todo el mundo quiere ir a visitar esta especie de ciudad de vacaciones, con el fin de revivir la época de los años 70, ya que el juego se desarrolla en 2023. Es por esto por lo que toda medida es poca y, quién sabe, puede que Trevor y Kovacs logren encontrar alguna brecha gracias a esto. De igual forma… ¡Será por planes y posibles salidas! No creemos que sea imposible salir de una ciudad, ¿o sí?

El world-building de un reality show

Un elemento a destacar, es el cariño y mimo que ha puesto Out of the Blue Games a la hora de desarrollar el world-building, generando contenido sobre la idea de esa ciudad de una forma bastante impresionante. Todas las películas tienen sus propios personajes inventados, al igual que los libros, cómics, imágenes y fotografías. Poco a poco iremos conociendo sus caras y códigos, haciendo que el jugador se sumerja por completo en esos contenidos que en un principio pueden parecernos extraños.

No cabe duda que cada escenario se siente y ve distinto. El trabajo que hay detrás de todo el mundo es digno de ser un reality show en sí mismo y es que, al final, es lo que se busca. 

Por el amor a la libertad, dos personas con un mismo destino

American Arcadia es el juego que es gracias a que los distintos puntos de vista de sus protagonistas (Trevor y Kovacs) nos ofrecen. Trevor es la persona que vive dentro del show, por lo que Kovacs tiene acceso a las cámaras del lugar. Gracias a ella, podrá alterar elementos del entorno y facilitar nuestro avance. Esta mecánica es una de las principales del título y con la que podremos resolver toda clase de acertijos y puzles. Estos no serán puzles «al uso» en los que nos podamos tomar el tiempo que queramos, sino que muchas veces parecerán una especie de derivado de los quick-time-events, en los que tendremos que hacer una serie de acciones en un momento y orden determinado.

Por otro lado, Kovacs tiene una jugabilidad bastante diferente, donde no vemos todo desde una pantalla, sino que nuestro «POV» será desde una primera persona. Al contrario que Trevor, Kovacs tiene grandes habilidades informáticas, lo cual nos permitirá hackear dispositivos y tener su propia subtrama de sigilo e inteligencia (en vez de correr hacia todas partes rezando porque nos ayuden desde el otro lado).

Sin duda alguna, esto es algo que favorece mucho a la experiencia, dinamizando la partida del jugador y logrando que este no se canse del movimiento lateral (como si de un juego en 2D se tratara, tal y como se mueve Trevor) o del movimiento «más libre» que nos aporta Kovacs. Una mezcla perfecta de puntos de vista.

Arcadia, inspiración artística

Como ya os comentábamos con anterioridad, American Arcadia está llena de referencias y arte a todos los personajes que en el propio juego se desarrollan. Trabaja sobre low-poly, aunque sí que encontramos también un estilo más cartoon en ciertos puntos, como forma de destacar los escenarios u otros personajes. Esto nos dio pie a pensar que el tratamiento del escenario es como si fuera un personaje más, algo que en sí mismo ha de contarnos una historia. 

Respecto a su música, hemos de deciros que hemos notado ciertos elementos más «clásicos» que nos han despertado un gran interés, como el uso de un leitmotiv (característico de Wagner y que se ha usado tanto a lo largo de la historia de la música). Todo esto sucede con pequeños fragmentos de canciones, que se van repitiendo de una forma casi constante y que, cuando escuchamos la canción de forma completa, no nos resulta como «algo nuevo», tenemos la sensación de ya haberlo escuchado. Por lo general, las canciones acompañan a los protagonistas de American Arcadia de una forma casi constante y utilizan los silencios a modo de clímax (o incluso anticlímax) de una forma muy trabajada y creando discursos que con tan sólo la música podemos conocer sin falta de diálogos.

Conclusiones