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Análisis Dawnfolk – Un City Builder condensado

Los City Builders son juegos en los que debes construir y manejar ciudades y sus diversos recursos. Suelen desarrollarse a lo largo de largas partidas, exigiendo mucho tiempo de los jugadores. Esto es algo que a mucha gente claramente le interesa, dado que es un género que, aun siendo algo minoritario, funciona bien. Sin embargo, a veces uno solo quiere jugar algo rápido para despejarse, o no quiere hundir más de cincuenta horas en una sola partida.

Dawnfolk parece responder justamente a esa necesidad. Poder disfrutar de los fuertes del género sin tener que dedicarle la cantidad abismal de horas que suelen requerir. Con un estilo artístico muy pulido y algunas ideas muy originales, Darenn Keller nos trae un debut muy prometedor.

Antes de comenzar con el análisis de Dawnfolk, aquí os dejamos su tráiler:

Solo una ronda más…

Este tipo de juegos son conocidos por ser altamente adictivos. Decir la famosa frase «solo una ronda más» a las doce de la noche para que, cuando quieres darte cuenta, sean las dos de la mañana, es uno de esos mitos completamente acertados del género. Dawnfolk no va a hacer que al despertar con cinco horas de sueño te arrepientas de jugar videojuegos, pero eso es porque su enfoque está en las partidas cortas, sin abandonar esa sensación adictiva de seguir jugando solo un poco más.

Partida en ronda 100

Todo en este juego está agilizado y diseñado para ser dinámico. La construcción de estructuras es instantánea, la cantidad de recursos es reducida para mantener la partida bajo control, y los objetivos de las distintas campañas son más bien cortas. Esto permite disfrutar del juego en sesiones de juego razonables, que es el objetivo principal del autor.

El juego es muy sencillo de entender, pero complicado de dominar. Cada campaña tiene varias dificultades, y al principio es fácil. Pero conforme se avanza, jugar en las dificultades más altas requiere de muy buena planificación y comprensión de los sistemas. Sistemas que, aun no siendo completamente originales, sí que presentan algunas ideas novedosas muy interesantes. Por ejemplo, el juego tiene algunas acciones que requieren de minijuegos para ser resueltas. Estos minijuegos son una forma muy inteligente de mantener al jugador activo en lo que, de otra forma, sería una decisión trivial, como pulsar un solo botón.

Minijuego de caza

Estilo en cada casilla

Otro punto a destacar es el arte. El estilo pixel art, aun siendo de estilo minimalista, está muy bien trabajado. Y más allá de eso, la creatividad y variedad de las casillas, el funcionamiento de los menús interactivos, las interfaces… todo está extremadamente bien tratado y pulido. La iluminación a lo largo de la partida cambia en base a los momentos de calma y tensión, y está plagado de pequeños efectos visuales, partículas y distorsiones que pasan desapercibidos, pero que añaden mucho.

Es increíble ver la cantidad de tiempo y esfuerzo que han sido dedicados a que este juego se vea tan bien, pero creo que los resultados hablan por sí solos.

Pequeños detalles que hacen mucho

Así como la acumulación de pequeños detalles que se pasan por alto terminan haciendo que un juego se sienta cutre, el caso contrario también puede suceder. Si se quiere que un juego destaque sobre los demás, me parece imprescindible fijarse en esas pequeñas minucias que marcan la diferencia.

Casi todo en este juego tiene algún tipo de respuesta tanto sonora como visual. Esto, que parece una tontería, es clave a la hora de comunicar pequeños datos al jugador que, de forma subconsciente, es capaz de procesar sin tener que pensar dos veces en ello. Es irónico, porque los detalles solo suelen destacar cuando faltan y provocan esa cutrez que he mencionado, pero rara vez en este juego te vas a encontrar algo que te haga ver las costuras que hay detrás. Generalmente es una experiencia extremadamente pulida.

Efecto de deformación de la pantalla

Conclusiones

Dawnfolk es un juego muy fácil de disfrutar. No requiere ni de una cantidad gran cantidad de tiempo para jugar, ni vastos conocimientos del género y sus convenciones. Sin embargo, también ofrece ambas cosas para los jugadores más implicados, puesto que la cantidad de contenido adicional que se ofrece es enorme.

Los mayores problemas de este juego son la inevitable repetición de su jugabilidad, que al no ser tan compleja como otros del género tiende a volverse reiterativa. El otro componente que falla es la historia. La campaña cuenta una historia que, si no definiría como mala, tampoco es para celebrar. Está claro que no es el foco del juego, pero al mismo tiempo se nota que hay una clara intención de contar una narrativa, pero es demasiado simplista y poco original como para generar verdadero interés.

Sin embargo, con todos los puntos fuertes del juego, recomendamos Dawnfolk a cualquiera que nunca haya probado este género tan intimidante, e incluso a aquellos que ya han disfrutado de los contemporáneos del mismo, dado que todos pueden encontrar algo de disfrute de este pequeño, pero creado con mucho cariño, juego.

Dawnfolk

7.8

Jugabilidad

8.5/10

Arte

9.0/10

Narrativa

6.0/10
Publicado en Análisis, Indie

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