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Análisis Europa Universalis IV

¿Quién no ha querido alguna vez conquistar el mundo? ¿Quizás prefieres participar en la colonización de América? Ambas opciones son válidas y posibles con Europa Universalis IV, un juego que destaca tanto por su libertad como por sus eventos históricos y hacen de este uno de los mejores de su género. De la mano de Paradox Interactive nos podemos poner a gobernar cualquier país que se encuentre en la edad contemporánea de la historia y durante más de 400 años de historia. El juego sorprende por su enorme tablero de juego y por una jugabilidad casi ilimitada que nos mantendrá durante horas pegados a la pantalla.

Paradox lleva demostrando durante años que saben hacer juegos de estrategia y con este juego reafirman lo indudable en cuanto a entregas históricas se refiere, pues nos encontramos no solo con un montón de mecánicas interesantes también vemos una IA difícil de superar.

Nuestro imperio

Las campañas de Europa Universalis IV transcurren desde el 1444 con los últimos días del Imperio Bizantino hasta el 1821 con el final de la era napoleónica. Estamos ante una etapa llena de conflictos, innovación tecnológica y caos por doquier. La cuestión es si serás tú el líder que lleve a su nación a la gloria. Cada nación es única y cómo podéis suponer, la partida os resultará más fácil si escogéis a las mayores potencias en vuestras primeras partidas, hablo del Imperio Otomano, la dinastía Ming o Inglaterra. Contamos con miles de provincias en el tablero y os sentiréis como un gran líder cambiando el curso de la historia a vuestro antojo.

Este no es un simple juego de gestión de imperios, la gran estrategia de Paradox va más allá, podemos establecer relaciones diplomáticas como los conocidos matrimonios reales para posteriormente, cuando una nación vecina tenga nuestra misma dinastía, reclamar su trono. Los tratados comerciales llevan a otro nivel la complejidad de la economía, podemos tener el control del Mediterráneo y de la mayor riqueza podemos pasar a la pobreza solo porque hay más afluencia de comerciantes en otro nodo comercial.

Cómo base nos encontramos tres recursos: el poder administrativo, diplomático y militar. Con estos podemos ir desarrollando distintas ramas de la tecnología y a su vez ir avanzando por nuestras ideas nacionales, pues como he dicho antes, cada país es único y cada nación tiene sus propias ideas. Podéis entender estas ideas como las habilidades pasivas. Además, hemos de controlar bien otros recursos como el prestigio o la legitimidad, pues si los desentendéis pueden bajar mucho y pueden provocar problemas en vuestra nación.

A todo esto se suma la estabilidad, la cual se debe controlar muy bien para evitar revueltas entre los distintos estamentos o simplemente para evitar el malestar nacional. En este momento vuelve a entrar en juego el poder administrativo pues lo necesitaréis para aumentar la estabilidad. Los recursos principales, sumados al dinero, lo veremos muy a menudo y en distintas opciones del juego, porque más de uno cumple con un abanico de posibilidades inmenso.

El descubrimiento de América y la religión

Este juego nos trae uno de los mayores eventos históricos del mundo: el descubrimiento de América. Si estás jugando con Portugal, España o Inglaterra lo suyo es que desarrolles las ideas de exploración para conocer el nuevo mundo y así expandirte rápidamente por América y Oceanía. Para esta tarea serán necesarios los colonos, cuantos más colonos tengamos más rápido ampliaremos nuestro imperio colonial. Los estados colonizados se mantienen en nuestra nación como colonias, no podemos controlar sus acciones manualmente ni siquiera el ejército, son estados controlados por la IA que cada cierto tiempo nos traerán una cantidad de dinero y obviamente tiene una función similar a los vasallos o las marcas, es decir, nos acompañarán en todas las guerras. Y esto no ha hecho más que comenzar pues el colonialismo es el principio, posteriormente llegan las reformas eclesiásticas, el absolutismo y las revoluciones.

En Europa Universalis la religión toma una escala mayúscula, pues se convierte en un factor vital a la hora de establecer matrimonios reales o mejorar las relaciones con tus vecinos. Para mantener una unidad religiosa en tu nación puedes ayudarte de los misioneros, estos con un pequeño coste mensual convertirán una provincia a la religión oficial que tu hayas establecido. Si tienes un imperio demasiado grande no hay que olvidarse de la religión o podrían surgir revueltas religiosas. En el caso de que hayas escogido un país europeo o de religión católica tendrás que llevarte bien con el Papa y los Estados pontificios, un problema con estos puede acarrear graves consecuencias, la principal es la excomunión. Ser excomulgado otorgará al resto de países católicos un casus belli o motivo de guerra contra ti. 

Mecánicas de guerra

Y es que de casus belli va la cosa porque si realmente queremos ser el mayor líder de todos los tiempos y expandir nuestro imperio hasta los confines del mundo tendremos que usar más la espada que la pluma. Mediante las redes de espionaje podremos inventar reclamaciones, apoyar rebeldes o sembrar el descontento en un estado vecino. Con esto o incluso añadiendo un país como rival conseguiremos un motivo para ir a la guerra. Es en este momento donde realmente el jugador pone a prueba sus conocimientos bélicos y desarrolla una estrategia para llevar un simple ducado a un glorioso reino o a un omnipotente imperio.

De cara a una guerra es recomendable tener más de un aliado y consultar el “Índice de contabilidad” para ver la cantidad de ejércitos y flotas que tienen nuestros enemigos. El transcurso de la guerra es simple, se basa en tomar provincias, asediar fortalezas, ocupar puertos y cuando tengamos una puntuación de guerra mayor a 10 podremos pedir la paz y exigir a nuestro enemigo ciertas cosas, como territorios o reparaciones de guerra.

No podemos olvidarnos de su multijugador, que permite hasta 32 jugadores en una partida. Y si esto os parece poco y os gusta realmente el juego podéis comprar numerosos DLCs y expandir el contenido del juego.

Conclusión final

En definitiva, Europa Universalis IV es un juego que parece hacer sencillo lo difícil, con una interfaz de usuario intuitiva e inmejorable, un motor gráfico que, aunque pueda verse simple es bastante agradable a la vista y además rinde muy bien. A todo esto, acompaña una banda sonora espectacular y que nos hace sentir dentro de la historia en todo momento. Se puede explorar una misma partida de tantas maneras, y cada decisión puede cambiar tanto el rumbo de nuestro destino que no se puede hacer otra cosa que aplaudir esta obra maestra que ya está entre las mejores de su género.  

Europa Universalis

8.3

Jugabilidad

9.0/10

Historia

8.0/10

Gráficos

7.0/10

Música

9.0/10
Publicado en Análisis

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