Pocas, muy pocas veces nos hemos encontrado con un simulador de granjas, de vida y de socialización tan sumamente completo como es Dreaming Isles. Y pocas veces seremos tan sumamente concisos con la primera frase del análisis de un juego. Porque al César lo que es del César: estamos delante de un título que ni puede ni debe pasar desapercibido en vuestras bibliotecas digitales. Estamos hablando de un título que ha dado pasos de gigante a la hora de hacer evolucionar un género entero. Estamos hablando de Dreaming Isles.
Un soplo de aire fresco


Una partida, tras otra, tras otra… en juegos de granjas y simulación social. Una partida, tras otra, tras otra… haciendo exactamente lo mismo: cultiva, riega, cosecha. Cultiva, riega, cosecha. Y así sucesivamente, sin quizá demasiada profundidad en lo que a gameplay y lore se refiere.
Porque este es el problema de este género superventas: su poca innovación, más allá, evidentemente, del estilo gráfico. A veces sentimos que, aunque hayamos cambiado de juego, estamos ejecutando exactamente las mismas tareas, con exactamente las mismas herramientas y exactamente las mismas formas de progresión en el título.
Y sí, soy la primera a la que los ojos le brillan cuando ve un nuevo juego de granjas anunciado en algún evento o en redes sociales. Soy la primera que los juega (o intenta jugar) absolutamente todos. Y soy la primera que ha terminado cansada de ciertos elementos que, por primera vez en mucho tiempo, no hemos visto en Dreaming Isles.


No hay forma de hablar de manera negativa de este juego. Al fin he encontrado el ritmo perfecto entre cosechar y gestionar los recursos, establecer relaciones con los habitantes y explorar distintos escenarios y cuevas sin la presión del tiempo. Porque ese mísero detalle lo ha cambiado todo. Pero empecemos por el principio…
Un naufragio y una granja convenientemente abandonada
Nos despertamos en una playa, tras un trágico naufragio que nos ha arrastrado hasta una granja que, para nuestra suerte, no tiene dueño. Tras recorrer la porción de tierra sobre la que hemos dado con nuestros huesos, descubriremos que este lugar pertenecía a una mujer que, según nos describen, «se le rompió el corazón» y se marchó muy lejos.
Nuestra misión principal, como no podía ser de otra manera, es que esta granja prospere y vuelva a ser lo que era… Pero mientras llevamos a cabo esta tarea, se nos sumarán varias más, de las que dependerá el futuro económico y social de las zonas que rodean la granja.


Esto es, hay una batalla comercial entre la franquicia Comercio Global y los piratas. Ambas partes tienen sus aliados y detractores, un poco como aquello que sucedía en Stardew Valley con MercaJoja, pero Dreaming Isles permite entender ambos puntos de vista mucho mejor, costando un poco más tomar una decisión que, a nuestro parecer, sea correcta.
Una vez hayamos decidido el rumbo que vamos a tomar, es cuando viene lo bueno: la lucha entre navíos. Tendremos que fabricar o comprar bolas de cañón y… ¡A bombardear! Pese a que a veces puede costarnos encontrar un barco de la competencia, tendremos que estar preparados y tener los ojos bien abiertos para cuando se dé la ocasión. Este es, sin duda, uno de los aspectos más divertidos del título, siendo esta decisión la más importante que se tomará a lo largo de la partida.
No queremos spoilearos mucho más, pero solo comentaremos que existe un sistema de magias y que la historia se retuerce hasta puntos que jamás podríais haber imaginado (yo ahí lo dejo).
Por otro lado, y tal y como os comentábamos al principio del análisis, este juego suprime la limitación por horas. Una decisión muy interesante si tenemos en cuenta que la mayoría de los juegos de gestión de granjas y relaciones sociales nos limitan, precisamente, en ese aspecto. Pero Dreaming Isles no se corta en experimentar y permite que nos durmamos a la hora que nos apetezca, hasta la hora que queramos (generalmente hasta que hayamos recuperado toda la energía y/o la vida que hayamos perdido).


La única limitación horaria es la que refiere a los movimientos de los personajes con los que podemos interactuar. Dependiendo de la hora, estarán o no dormidos, en la taberna o en cualquier otro lugar de interés para ellos. Esto no llega a ser un inconveniente, dado que, como podemos dormir en cualquier momento, podemos «adelantar» el tiempo en función de aquel personaje con el que queramos interactuar y sus horarios.
Si bien el juego está lleno de aciertos, todavía le quedan pequeñísimos detalles por pulir que favorecerán, de cara a un futuro, la experiencia de juego. Esto es, sería un buen detalle el tener los objetos interactuables (como las rocas) un poco más separados del fondo. Al principio podría ser algo costoso distinguir qué es decorado y qué no (exceptuando las mesas de crafteo, ubicadas en el interior de los hogares y estancias).
Por otro lado, no hemos encontrado la manera de crear cofres o baúles para guardar pescado o minerales en el caso de que lo necesitemos. Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, no nos interesará guardar aquello que tengamos en los bolsillos, sí que sería una opción interesante. De todas formas, no es algo que afecte directamente al gameplay, dado que hay cofres esparcidos por la granja en los que podemos depositar objetos. Esto solo son pequeñas observaciones que, como jugadora habitual de este tipo de simuladores, he echado en falta en algún momento dado, pero que no me han impedido avanzar en la historia en ningún momento.
Qué os podemos decir, todos estos cambios han hecho avanzar un poco el género y, sobre todo, han permitido que el gameplay se agilice. Eliminar las condiciones temporales no ha hecho más que favorecer que el jugador se mueva, al fin, a su antojo. Ya son demasiados los juegos en los que la acción se ve gradualmente ralentizada por el tiempo y, al fin, uno se ha atrevido a cambiar esta perspectiva. Y es de agradecer. Por cierto, también ha variado la forma en que se pesca, ¡al fin no tenemos que esperar a llenar una barra de energía para capturar un pez!


Todo esto… siendo solodev
Si hay algo que cabe destacar, todavía por encima del cambio radical de gameplay en un juego de granjas es, sin duda, que solo una persona ha hecho este título. Un único desarrollador ha sabido darle la vuelta a la tortilla y hacer que un género entero avance en cuanto a ritmo, mecánicas e historia.
Desde la redacción de The Art of Gaming queremos felicitar a Yawning Dad por su enormísimo trabajo. Lanzar un título de esta envergadura, desafiando todas las reglas no escritas de un género y siendo solo una persona para atender a todos los aspectos que un juego requiere es una ardua tarea. Por ello, pensamos que hay que saber valorar también este aspecto. Dreaming Isles no existiría, esta pequeña revolución no habría sido posible de no ser porque todavía los hay quienes se atreven a cambiar y seguir avanzando.
Gracias al desarrollador por facilitarnos una clave para analizar Dreaming Isles. Desde aquí, nuestra más sincera enhorabuena.
Dreaming Isles
Pros
- El ritmo está pensado para adaptarse a tu forma de juego, y no al revés
- Los escenarios son una maravilla creativa
- La pesca ya no consiste en llenar una barra (¡al fin!)
Contras
- Todavía nos faltan algunos detalles por pulir, como la creación de cofres o el separar determinados objetos del fondo. Nada que nos impida disfrutar del juego