De todas las cosas locas que se me podrían ocurrir, creo que nunca llegaría a imaginarme un gato constructor, aunque gracias a Kity Builder me puedo hacer una «meowjor» idea. Sí, lo sé, perdón por el juego de palabras, mejor eso se lo dejo a los guionistas del título que, honestamente, me ha dejado maravillado con la cantidad de guiños, referencias y bromitas que contiene.
Hemos podido disfrutar ya de este videojuego español cuando era mucho más pequeño y fue presentado a la «Z-Jam» de 2021 y ya apuntaba grandes maneras siendo tan sólo un proyecto realizado en 42 horas. Kity Builder es el desarrollo de todas esas ideas que, sin duda encajan a la perfección combinando plataformeo con otras mecánicas más características de juegos cozy.
Antes de pasar a nuestro análisis, os dejamos con su tráiler:
Kity llega a la futura ciudad
Y sí, decimos futura porque de momento sólo tienen al alcalde (ni tan siquiera un segundo habitante). Kity es nuestro gato protagonista que ha sido mandado a construir a través de su empresa y que debido a un pequeño tropiezo con su barco, se ha quedado completamente naufragado hasta que cumpla con su labor constructora.
Como ha perdido su navío, ahora todos los planos se encuentran esparcidos por la isla. Como jugadores, debemos recuperarlos para comenzar con nuestra propia obra, que requerirá también de algún que otro toque creativo.
Lo que más llama la atención de Kity Builder es que para construir no requieres ningún tipo de material, simplemente debes coger el objeto y ponerlo. Además, a esto hay que sumarle que nuestro gatete no sabe trepar, por lo que deberemos utilizar toda clase de construcciones y plantas (incluidas palmeras que nos ayudarán rebotando más alto) para poder alcanzar todos los planos.
Si os soy sincero, tras completar el título tuve la incesante necesidad de seguir coleccionando todos los planos, pues también se habilitan nuevas islas para ser exploradas una vez completas la trama principal, basada en ayudar al alcalde y vecinos del pueblo.




Da rienda suelta a tu creatividad
Porque sí, puedes construir lo que quieras prácticamente donde quieras. El espacio para construir es enorme (todo lo que veas es construible) y según progresas y ayudas a los vecinos, verás como también se te van habilitando nuevas zonas. La isla en la que comienza tu aventura cuenta también con pequeños biomas y peculiares personajes con subtramas muy interesantes que terminan entrelazándose.
El desbloqueo de objetos es progresivo (aunque no hay un orden obligatorio, sino que es según vayas cogiendo tú los planos), así como de todo lo adicional que podemos hacer, como crear carreteras (montados en un robot aspirador) y utilizar un dron para poder tomar capturas aéreas, una forma de presentarnos una especie de modo foto de lo más original que hemos visto.


Relájate y disfruta
Kity Builder es uno de esos títulos que no te mete prisas, que te deja disfrutar de cada detalle, diálogo y momento. Quizás solo el alcalde sea el que tiene un poco más de presión (pues si no hay pueblo, él no puede tener ningún cargo), pero por lo demás siempre se nos invita a tomarnos las cosas con calma e ir echando una patita a quien lo necesite.
Gráficamente nos ha encantado. Este videojuego tiene tres dimensiones, anque el aspecto de ciertos personajes y figuras en 2D lo cierto es que le da el toque. Los objetos tienen variantes y paletas
Por otro lado, la música nos ha parecido sublime. Ya la pista elegida para la versión de Jam nos encantaba, pues esta vez sencillamente resulta perfecta para la ocasión, con ritmos tranquilos invitándonos a explorar y perdernos por la isla mientras buscamos planos.




Conclusiones de Kity Builder
Kity Builder es un título en el que perderse y disfrutar de una forma relajada y sin presiones mientras que construyes un precioso pueblo sin necesidad de preocuparte por cuestiones secundarias como los recursos y materiales. A su vez, transforma las plataformas tal y como las conocemos, haciendo uso de nuestras propias construcciones para movernos (a veces de forma ridículamente graciosas).
Siéndoos muy sincero me ha impresionado gratamente y pese a su corta duración (algo más de dos horas) no haría más que recomendároslo.