Ariana AguadoA finales del año 2020, la secuela del aclamado título Little Nightmares vio la luz, emergiendo así un nuevo juego de referencia en el género survival horror: Little Nightmares 2. Varios meses después de su lanzamiento, y en una fecha tan especial como la de Halloween, os traemos su análisis. ¡Vamos allá!
Un nuevo personaje… y el regreso de Six
Un pasillo en cuyo final hay una puerta. Avanzamos despacio, estamos mareados. No vemos con claridad. Al acercarnos a la puerta, esta parece emanar una fuerza que logra absorbernos y nos fuerza a cerrar los ojos. Cuando nos recuperamos y miramos a nuestro alrededor, solo vemos un lúgubre bosque que parece no albergar vida.
Mientras intentamos movernos por él, los sonidos escabrosos acechan cada vez más cerca de nuestros oídos. No tardaremos en llegar a un habitáculo donde vislumbramos la silueta de una niña pequeña, de nuestro tamaño. Pero en cuanto tratamos de darle la mano, se escabulle entre las sombras.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha salido corriendo? Tenemos que seguirla, corre. Ha subido por las escaleras. Ignora a la familia de muertos que están sentados alrededor de la mesa. Búscala. Necesita ayuda. En cuanto la encontramos, salimos de esa casa horripilante, dispuestos a enfrentar los peligros que nos amenazan en cada esquina. Quizá con su ayuda podamos conseguir entender en qué clase de lío estamos metidos, quizá podamos ayudarnos mutuamente a escapar de esta pesadilla. Quizá todo esto termine en algún momento… o quizá no.
Esta es la premisa con la que comienza la entrega de Tarsier Studios. Si la primera parte de la saga te dejó con hambre (espero que alguien haya entendido el chiste), la segunda te saciará por completo. En esta ocasión, nos pondremos en la piel de Mono, un niño decidido a cumplir sus objetivos en todo momento, incluido salvarle la vida a Six… aunque esto le cueste la suya propia.
A lo largo de la entrega, nos enfrentaremos a nuestro propio destino que, inexorablemente, avanzará hacia nosotros y tendremos que intentar pararle los pies de la forma en la que sea, incluso si este se presenta con la forma de un gran hombre vestido de negro y dispuesto a hacernos desaparecer del mapa para siempre.
Si bien el primer juego es adictivo, capaz de mantenernos clavados en la silla durante horas, este nos intrigará aún más. Nuevos enemigos, nuevos escenarios, mecánicas clásicas y alrededor de una docena de horas de puro suspense y, en ocasiones, terror. Además, contaremos con la ayuda de Six en gran parte de la historia, aunque quizá no de la manera en la que esperamos. Este cóctel de misterio, sangre, llantos y crueldad es perfecto para hilar una narrativa que se sitúa antes de la historia de la primera entrega.
Gráficos y apartado sonoro de miedo
Tarsier nunca decepciona, y de nuevo, los gráficos de Little Nightmares 2 vuelven a estar a la altura de los del primero. El arte del juego busca el realismo a través de la excentricidad, y lo consigue mediante el uso de una paleta de colores muy oscura y lúgubre que nos acompaña a lo largo de todo el juego. Los monstruos nuevos son inquietantes, principalmente, por la manera en la que se ven retratados (además de, evidentemente, sus implicaciones en la historia). Es muy fácil quedar prendado por el uso de las luces y las sombras en todos y cada uno de los escenarios del juego.
Por otro lado, en referencia a los sonidos y banda sonora de Little Nightmares 2, cabe destacar que cumple a la perfección su función: asustarnos y manternernos en vilo constante. No estaremos tranquilos ni en la esquinita más oscura y recóndita del juego, y todo por el apartado musical, que además hace acto de aparición en los momentos más cruciales.
En definitiva, si queréis disfrutar de un juego medianamente corto este Halloween, con el que os mantendréis en constante vilo por las noches durante varios días… Aquí lo tenéis. Y aprovechad: está rebajado al 33% hasta el día 1 de noviembre.
Little Nightmares 2
Pros
- La historia, como siempre, nos atrapará desde el principio y nos enganchará hasta el final.
- Los personajes son entrañables, incluso cuando ni siquiera tienen una sola línea de diálogo.
Sergio Calzón