«Un emocinante viaje directo al corazón del bosque»
Empezaremos desde el principio, y para ello nos remontamos al E3 del 2017, donde Moon Studios confirmaba la secuela del exitoso Ori and The Blind Forest, del 2015. Ori and the Will of the Wisps era el título para contarnos una nueva historia de Ori. El debut del estudio fue todo un sueño, sacaron al mercado uno de los mejores metroidvania que se recuerdan. Y así es, como en compañía de Xbox Game Studios, llegaba el pasado 11 de marzo de 2020, la cita que tantos esperábamos.
Disponible en Xbox y PC, nos volveremos a poner en la piel de Ori, el espíritu que una vez salvó al bosque de Nibel de la corrupción y la oscuridad, siendo todo un salvador para la naturaleza. Las historia continúa tras los sucesos acontecidos en el primer juego. Así que refrescad la memoria rápidamente que nos vamos a vivir una nueva aventura.
Una nueva historia y un nuevo mundo
A comienzos de esta nueva historia Naru, Gumo y nuestro protagonista, Ori, se encuentran cuidando de uno de los huevos que dejó Kuro, el Búho que tanto nos atormentó en la primera entrega. El pequeño búho nacido del huevo recibe el nombre de Ku, aquí nos presentan una amistad que se hace más fuerte con los años. Entre todos le ayudan a volar y en un alarde de valentía Ku y Ori, este último a lomos del pequeño búho, sobrevuelan un amplio mar. Debido a una tormenta caen a tierra, pero no a una cualquiera, una totalmente desconocida para Ori. Ku cae en una posición distinta a la del pequeño espíritu así que nos tocará ir a salvarle, y es aquí donde comienza un viaje lleno de adversidades, pero a la vez de sabiduría, por las insólitas tierras de Niwen.
A medida que avanzamos descubrimos nuevas zonas, pero también aprenderemos mucho sobre nosotros mismos y nuestra entidad como espíritu del bosque. Para guiarnos en este viaje están los Mokis, una raza silvestre de un tamaño similar al de Ori, que habitan dicha región. Ellos nos llevarán al primer árbol, el cual nos dotará con un poder especial. Exactamente estos son los mismos que en la primera entrega.
Por lo que parece la oscuridad con la que acabó Ori sigue existiendo en otros sitios, así que toca ponerse manos a la obra. Nos cuentan que el Sauce Espiritual, aquel que mantenía la luz del bosqué, se quebró y murió debido a la vejez del mismo. Por ello la oscuridad fue invadiendo poco a poco esas tierras hasta dejar páramos deshabitados. El tono drámatico y oscuro que vemos en esta secuela nos hace ver una historia más seria, pero eso no quiere decir que deje de ser emotiva o alegre en otros momentos, pues tendremos de todo en nuestro viaje.
Al poco de empezar nos dejarán libres por el mapa, al fin y al cabo, hay que recordar que hablamos de un metroidvania. Es decir, vivimos una aventura no lineal, y casi siempre tendremos total libertad para explorar. En este aspecto nos ayudará Lupo, un cartógrafo que siempre nos estará esperando en las distintas zonas del territorio para vendernos los mapas al mejor precio. Gracias a estos mapas podremos ubicar las células de energía o vida si nos las dejamos. ¿Que son las células de energía o vida? Pues simplemente mejoras para aumentar nuestra energía y vida máxima. En este aspecto jugable hay poco cambio, usaremos energía para ciertas habilidades, y con cristales nos recuperaremos. En cuanto a la vida es lógico pensar que cuanta más tengamos mejor, y así es, para aguantar más golpes e ir más seguros por el mapa.
Un mundo rebosante de vida
En todos los juegos que nos permiten el “farmeo” y la búsqueda de coleccionables o secundarios es razonable pararse un momento. Ya sea para mejorar nuestras habilidades, desbloquear nuevas mejoras o simplemente descubrir más del mundo y sus personajes. Y eso es lo que haremos, sin embargo, uno de los puntos a favor de Ori and the Will of the Wisps es que no va a abusar de ello. Nos encontramos con una gran novedad frente a su precuela, esa novedad son las misiones secundarias. Todas ellas únicas y distintas, y lo mejor de todo, hay un porqué detrás de cada misión. Al igual que los coleccionables, no están colocados solo por hacer bulto y alagar artificialmente el juego, realmente tienen una utilidad.
Todos los personajes que nos encontramos tienen algo que contar, muchos nos darán información de la zona y otros se limitarán a contarnos historias, sobre su pasado normalmente. Así iremos conociendo a muchos que nos facilitarán nuestra estancia en Niwen. También está Twillen que nos permitirá comprar fragmentos y mejorarlos, para posteriormente equiparlos en Ori. Estos fragmentos nos servirán de forma pasiva, y podremos equiparnos con más de uno al mismo tiempo. Por otro lado, está Opher quien nos ayudará con nuestras habilidades y poderes. Las habilidades podremos mejorarlas, pero en este caso tenemos un límite de tres en todo el juego, así que iremos cambiando según la situación. Pero claro todas estas compras las realizamos con una divisa: Luz espiritual. Esta la conseguiremos por el mapa, por pequeños escondrijos o simplemente matando los monstruos que se crucen en nuestro camino.
Para amenizar las cantidad de vueltas que vamos a tener que dar por el mapeado está el viaje rápido, representado como los pozos de espíritu. Aquí podremos guardar partida y teletransportarnos a otras zonas. Aún así el juego cuenta con guardado automático, por lo que es raro que perdamos nuestro avance si lo dejamos a medias.
Llegados a este punto hemos visto gran parte del juego y ya se aprecian claras influencias del sector. La más clara es la de Hollow Knight, la similitud en los comercios, los secretos en el mapa, la aparición de la espada como arma principal, las pasivas, y mucho más han convertido Ori and The Will of the Wisps en una obra más compleja pero también innovadora en este aspecto. Han cogido ideas y las han sabido adaptar al estilo que necesitaba el juego.
Habilidad y fluidez acompañados por una estética sublime
El progreso en nuestra aventura, así como el de la historia es de lo más llevadero, excepto en momentos de mucha concentración o algún puzle, el juego no supondrá un gran desafío. Estamos ante un plataformas 2D que no va más allá de la repetición si nos quedamos pillados en alguna zona. Por ello, y lo intuitivo que es no sobrepasa las 10 horas de juego. Algo más si vamos a completarlo al 100%.
Si la jugabilidad en la anterior entrega era perfecta aquí lo es aún más. Era una tarea difícil superarse pero lo han hecho. Todos los movimientos de Ori, de los enemigos y el entorno están pulidos al máximo. Todo se mueve con una fluidez exquisita, y además a unos 60 fps estables. Junto con todas las habilidades de nuestro protagonista y los efectos tan detallados tendremos siempre una sensación de movimiento de lo más dinámica, lo cual acelera aún más el juego. Y lo que es mejor, cuanta más movilidad más disfrutable se vuelve. Empezaremos a ver el escenario que nos rodee de formas muy distintas. Incluso si ya pasamos por algún sitio una vez, probablemente las siguientes veces que repitamos se nos ocurran otras maneras de enfrentarnos a las mismas plataformas.
Estamos ante un mundo de los más variado, con distintos tipos de biomas y enemigos exclusivos en cada uno. Las partículas de luz y los efectos ambientales destacan mucho en todos los escenarios, y cuando no es el caso será la oscuridad la que de ambiente a la zona. Los colores están muy saturados en zonas verdes o aquellas a donde llega la luz del sol. En otras simplemente la ausencia de color o las tonalidades de una misma gama nos están indicando en que tipo de sitio estamos entrando.
Hay una clara mejora con respecto al título del 2015, sin embargo, el estudio ha sabido mantener la estética y la estructura que ya le funcionó una vez. El único inconveniente sería realmente una parte muy positiva del juego, y es que se ve tan bien y los escenarios están tan detallados que en algún caso puede que nos cueste percatarnos de algo o simplemente no diferenciemos las partes interactivas con el atrezzo. Claro está que los secretos se benefician de esto.
La mejor conclusión
Un viaje que comenzamos hace mucho termina ahora aquí. Tal y como empezamos es como terminamos, con la banda sonora de fondo, preciosa y emotiva hasta el último momento. Que por desgracia no destaca tanto en esta segunda parte. Es buena igualmente, pero la falta de innovación se ha notado mucho en este aspecto. El sonido de ambiente, como el de los monstruos o el propio de Ori está muy conseguido y aquí si que podríamos hablar de una mejora, pero tampoco tan considerable.
Ori and The Will of the Wisps nos cuenta la entrañable historia de cómo, una vez más, Ori ha de salvar a la naturaleza para que no sucumba a la oscuridad. Portando la luz como uno de los pocos que es capaz de tal hazaña no encontramos en un ambiente esperanzador. Con una narrativa donde hacen falta pocas palabras para contarse, tenemos una de las mejores historias que quedan para el recuerdo de los juegos indie y los metroidvania.
Acción y drama es una manera de resumir parte de las vivencias que nos encontraremos aquí. La alegría y la tristeza también irán de la mano más de una vez en esta historia, por ello es también de lo más completo en el género. Sin nada más que añadir os recomendamos encarecidamente que viváis vosotros mismos esta experiencia. Y si queréis conocer más sobre el juego y el gran proyecto de Moon Studios, hemos preparado una galería de imágenes in-game para que aprecies el arte de Ori.