Ya estamos en la recta final de esta trilogía de análisis de la saga española Runaway, y hoy nos toca hablar de su última entrega: Runaway: A Twist of Fate. El título, nacido a finales de 2009, cierra la saga de Brian Basco y Gina Timmins de una forma que pocos nos podríamos haber imaginado en su momento. Para quienes ya éramos fans de la saga desde un principio (algunos desde bien pequeños, como es mi caso), jamás habríamos contemplado la idea de que el protagonista, Brian, se hubiese convertido en un asesino magnicida. ¿O no es así del todo? En este análisis de Runaway: A Twist of Fate repasaremos todos los puntos que cerraron por completo la saga y que condujeron al éxito de futuros títulos. ¡Al lío!
Brian Basco ha muerto
Esa es la frase que más se nos queda grabada durante los primeros minutos de juego, a lo largo de la cinemática inicial que nos contextualiza. Y sí, al fin Gina se convierte en un personaje jugable, tras dos entregas estando prácticamente desaparecida del mapa (que si minas abandonadas, que si paracaidismo desde un avión… La más tranquila, la verdad). Tras lanzar una triste rosa a la tumba de su pareja, Gina recibe una llamada telefónica.
En efecto, es Brian. O, al menos, eso pone en el móvil, aunque la voz no es suya.


Todavía no entenderemos gran cosa, ni por qué Brian ha fingido su muerte ni por qué motivo no está en su tumba, pero lo que sí sabemos es que hay alguien ahí dentro que lo conoce al dedillo y que nos puede contar la historia de cómo escapó del manicomio en el que lo encerraron.
Porque, por supuesto, Brian fue encerrado en un centro psiquiátrico tras el juicio por el asesinato del Coronel Kordsmeier, el militar corrupto que conocimos en la entrega anterior. Nuestro protagonista, durante las vistas judiciales, confesó no recordar absolutamente nada de lo que había pasado aquella noche en Isla Mala, y esa será, entre otras, nuestra misión a lo largo de Runaway 3: el recomponer los trazos de memoria de Brian y demostrar su inocencia.


De nuevo, y como viene siendo habitual en las entregas de Pendulo Studios, da que pensar, ¿eh?
La evolución de la aventura gráfica española
Los años pasan para todos, y en el caso de la tecnología los pasos han sido agigantados desde hace un par de décadas hasta ahora. Si comparamos la primera entrega de Runaway con la última, veremos una clarísima evolución en lo que a gráficos y entornos refiere. Y si hay un detalle que nos parece un gran acierto es la esencia que Pendulo buscó mantener a toda costa en este último título.
Observando los planos del primer juego y, posteriormente, observando los del segundo, vemos que en esencia son iguales: el protagonista se sitúa de medio lado, con los ojos mirando al frente y con la pose completamente recta. Los escenarios no tienen ningún tipo de zoom o travelling en sí, siendo Brian el principal eje que nos conduce a lo largo de los mismos, permitiendo que éstos se mantengan estáticos a lo largo de los juegos. Además, si nos fijamos, la cámara de cada escenario tiende a estar escondida entre objetos o ubicada en lugares donde, a su alrededor, se adivinan objetos, muebles e incluso naturaleza, con un estilo de dibujo único por parte de la desarrolladora española. Todo un toque que se ha conseguido mantener en cada una de las entregas de la trilogía de aventura gráfica.


Pero, pese a las pretensiones de mantener una misma esencia, el 3D hizo de las suyas en este último juego, estando mucho más pulido que en las entregas anteriores, en las que ya había dado unos muy buenos resultados. Esto supuso un salto de gigante en lo que a los siguientes juegos concierne. Si nos fijamos, las siguientes entregas de Pendulo se abocaron al 3D, siendo títulos como Blacksad: Under the Skin o Vertigo dos claros ejemplos de que, sin Runaway: A Twist of Fate, éstos no se habrían podido llevar a cabo de una manera tan pulcra.
Los personajes y su carisma, la guinda del pastel
Y volviendo a la trama de Runaway: A Twist of Fate, si hay algo que no podemos pasar por alto en este análisis es el gran elenco de personajes variopintos y divertidos que nos hemos encontrado a lo largo de esta aventura. Desde Groucho Marx, una hippie que habla con fantasmas (o eso cree) hasta un imitador de Elvis Presley, pasando por un trompetista esquizofrénico al que le confiaremos, incluso, la vida. ¿Por qué no?


Si hay algo que, además de las personalidades de cada uno, es imprescindible destacar, son los actores de voz. Cada uno de ellos, cada frase que emite cada personaje, es simplemente perfecta. El cuidado con el que se escogió a cada actor fue sublime y redondo. No podríamos imaginar otras voces para cada uno de ellos, sin lugar a dudas.
Si sois de esos jugadores a los que os flipan las aventuras gráficas y más aún las que esconden una gran dosis de humor a lo largo del guión, no podéis perderos esta saga. Y no os preocupéis si veis que ha pasado mucho tiempo desde que vio la luz: os aseguramos desde la redacción de The Art of Gaming que el tiempo ha tratado muy bien estos tres juegos y son perfectamente disfrutables a día de hoy.
Hasta aquí este (retro)análisis de Runaway: A Twist of Fate. Como siempre, os recomendamos pasaros por su página de Steam y darle una oportunidad a esta saga, que podéis encontrar a menos de tres euros en su totalidad.