Hace exactamente veinte años que coincidimos con la primera aventura de la periodista neoyorquina Kate Walker. Ahora, dos décadas después, y tras tres entregas de esta saga, nos reencontramos con la caminante sin rumbo en una nueva historia que calentará el corazón a más de uno. Acompañadnos en el análisis de Syberia: The World Before sin spoilers sobre la trama, no os arrepentiréis.
Vaghen, primavera de 1937. Taiga de Hierro, invierno de 2004
En esta aventura nos iremos de viaje, no solo a través de la geografía europea, sino también a través del tiempo. Dana Roze, una artista musical prodigiosa al piano, será quien sostenga la trama del pasado. Pero… ¿quién es ella? ¿Por qué comparte protagonismo con Kate Walker? Lo único que sabemos es que llega tarde a tocar el piano en la plaza principal de su ciudad, Vaghen, capital de Osthertal, situada en el centro de Europa. Por desgracia, esta ciudad está recibiendo las graves influencias del fascismo, y a Dana Roze no le gusta nada tener que lidiar con ello.
Poco a poco, a medida que vayamos jugando con ella, iremos encariñándonos de su dulzura y su valentía. Sus ganas de hacer el bien por encima de todo denotan la bondad que irradia, y nos dejará el corazón calentito con sus palabras y, sobre todo, con sus manos sobre las teclas del piano.
Pero… ¿dónde está Kate?
¿Kate… Walker? ¿Eres tú?
Cuando por fin volvemos a ver a Kate… está irreconocible. Si bien nuestra clásica protagonista siempre ha sido una joven carismática y divertida, lo que nos encontraremos será todo lo contrario… hasta cierto punto. Kate Walker ha terminado esclavizada en una mina de sal, en el interior de la Rusia más profunda. Es cierto que nunca sabemos cómo se las apaña para terminar enredada en un lío más extraño que el anterior, pero jamás pensaríamos que la íbamos a ver sin apenas pelo, sucia y demacrada, tal y como la vemos al principio del juego.
Al parecer, ha encontrado el amor dentro de estas interminables minas. Una tal Katyusha, activista punk que ha sido, al igual que Kate, secuestrada para picar en las montañas. El interior de su celda conforma un pequeño remanso de paz entre ellas dos, donde se profesan un profundo cariño. Pero pronto quedará interrumpido por una carta a nombre de Kate Walker, cuyo remitente es Olivia, una vieja amiga suya que aparece en entregas anteriores. Dubitativa, la aventurera abrirá el sobre, pero nada en esta vida podría prepararla lo suficiente como para encajar la noticia que se halla en su interior.
Y es que la madre de Kate, Sarah Walker, ha fallecido sin ni siquiera llegar a los 70 años. Adjunto, la carta trae un billete de avión a Nueva York que, evidentemente, Kate no puede utilizar dado su estado de esclavitud. Es aquí comienza nuestra aventura: huir de la mina con Katyusha y regresar a Estados Unidos. Eso, si consiguen salir con vida.
Y, ¿cómo escapar de las garras de la muerte sin armas, vehículos o víveres? Y más importante aún: ¿Cómo se sobrevive al auge del fascismo, a la Segunda Guerra Mundial y a los vestigios restantes? Buena suerte, jugadores.
La jugabilidad: mejorada en cuanto a la anterior entrega
El paso de Syberia II a Syberia III supuso un cambio a nivel gráfico, narrativo y, sobre todo, de jugabilidad. Syberia III pasó de ser el clásico point and click a querer ser algo un tanto más pretencioso e innovar el género. Desgraciadamente, este tipo de cosas no suelen funcionar bien a la primera, tanto por el modelaje de personajes principales como Kate Walker como los bugs que se daban durante el juego.
Si bien es cierto que Syberia III dejó un sabor agridulce en las bocas de los jugadores más veteranos en la saga, introdujo nuevos elementos bien implementados, como la expresividad de los personajes sin necesidad de cinemáticas pregrabadas. Esta y otras ideas implementadas con anterioridad son las que han dado fruto a Syberia: The World Before.
Afortunadamente, esta entrega es una idea muy mejorada en cuanto a lo que fue su predecesora. Los controles del juego han cambiado, permitiendo al jugador explorar el escenario con mucha mayor precisión, además de que en la pantalla contamos con indicadores de elementos con los que interactuar. El único problema de la jugabilidad es que a veces es posible que perdamos el control del personaje.
Esto es, que habiendo indicado una dirección, éste camine sin parar hasta llegar pese a que marquemos lo contrario, por ejemplo. También hay momentos en los que el personaje puede quedarse atascado en una zona concreta y tardemos varios segundos en sacarlo de ahí, lo que conduce a un momento más agrio para el jugador.
De todas formas, Syberia: The World Before está hecho con tanto mimo y detenimiento que estos son los únicos problemas que hemos sido capaces de encontrar a lo largo del juego. Indicativo de que, por supuesto, esta entrega podría colocarse en la cabecera de la saga como mejor juego.
Apartados gráfico y sonoro: el broche final
¿Y qué sería de una entrega de Syberia sin una banda sonora apabullante que acompañase a Kate Walker en su periplo? Inon Zur es el responsable de la música del juego, y es capaz de transportarnos a otra época, a otros tiempos. El piano es el elemento principal de las piezas sonoras dada su relevancia en la historia, y no podría ser un mayor acierto. En cuanto terminemos el primer capítulo del juego entenderemos por qué los apartados visual y sonoro son las dos piezas principales de este puzzle que conforma Syberia: The World Before.
Por si fuera poco, el vuelco del equipo de Microids con esta entrega ha sido inigualable. Si bien es cierto que en ocasiones los gráficos necesitarían de alguna mejora, el desarrollo de los escenarios y de los modelos de los personajes es impecable. ¡Quién sabe si tendremos otra entrega en otro futuro! Y de ser así, hemos de tener un aspecto muy claro: Microids nunca deja indiferente a nadie.