Durante el último mes ha habido más de una sorpresa en la industria independiente, para este caso vamos a hablar de The Last Spell. Un RPG táctico que combina el tower defense, además de una estética pixelart y un sistema de lo más completo. A muchos jugadores les podrá recordar a una especie de fusión entre Fire Emblem y Darkest Dungeon. La crueldad y la dificultad irán de la mano en ciertos puntos, haciendo de nuestras horas de juego algo muy tenso a la par que interesante. Vamos a echar un vistazo por lo mejor y mejorable del título de Ishtar Games.
Un mundo cruel, y al nivel
El mundo se ha sumido en caos y oscuridad, grandes pueblos o aldeas están a punto de caer en el reino. Nuestro objetivo es crear un equipo de combatientes lo suficientemente competentes como para proteger estos pueblos. De día, podremos comprar edificaciones, mejoras, recuperarnos y mucho más. La noche sin embargo, es para la batalla. Los enemigos podrán venir desde distintas direcciones y habrá que cubrir todos los frentes lo mejor que podamos y así recibir más recompensas de cara al próximo día. Minimizar los daños también es importante, sobre todo porque la pérdida de un personaje supone su fin, y hablamos de una grandísima pérdida, irrecuperable. Tampoco han de machacar mucho los muros o defensas de la ciudad, provocar el miedo en las casas o cercanías supone menos recompensas.
Esas recompensas son el oro y la esencia a gastar. La esencia es un sistema de puntos que podremos gastar tanto en mejoras pasivas cómo activas. Gracias a dos entes mágicos que nos apoyarán en nuestro progreso. Un ser oscuro y otro de luz, que se nos mostrarán a nosotros al poco de iniciar nuestra campaña, ya descubriremos más sobre ellos con el paso del tiempo. Esas mejoras suponen más vida, maná, defensa, regeneración y otros aspectos básicos que estarán siempre junto a nosotros en todas las campañas. Por otro lado, desbloquearemos edificaciones de producción o defensivas, cómo minas de oro, taberna o ballestas y mejoras de muros.
El mundo es muy peligroso y ante todo, hay que defender el núcleo que protegen los magos del centro del pueblo. Siempre y cuando no lleguen ahí todo bien, pero si lo destruyen se acabó esa campaña, y depende de nuestra situación podemos decir adiós a varias horas de juego. Algo que duele mucho, tendremos que estar siempre alerta y dar lo mejor de nosotros en casi todas las campañas, un mínimo error puede suponer un efecto demoledor para nuestro futuro. Por lo menos siempre tendremos esas mejoras siempre, externas y a modo de roguelite. Aunque también hay un modo de juego más sencillo, dónde antes de entrar a una nueva campaña podremos elegir más potenciadores pasivos, sin límite, un modo dios por así decirlo.
Los desarrolladores buscaron dificultad, y hasta cierto punto realismo, pero sin llegar a la frustración. Sin entrar en el debate de la dificultad en los videojuegos, en este caso encontramos una buena adaptación para todos los tipos de jugadores. Y considero que la autentica complejidad del título se encuentra en comprender todas las piezas que forman el puzle. La hoja de nuestro personaje, además de sus niveles y estadísticas son realmente únicas. Y está llena de números y porcentajes que habrá que comprender. Algo desde luego que muchos jugadores del rol más clásico se harán a ello en un tiempo, pero si ya de base tenemos muchas horas de juego, llegar a entender lo que es mejor en cada parte, cada personaje, supone un reto. Vale la pena por ese momento que tenemos en el que todo encaja y te encuentras disfrutando de la propia dificultad, una sensación que tienen pocos títulos. Algo que ocurre más con los jefes, fases sin límite de enemigos, hasta que no derrotas al gran jefe de la campaña no avanzas.
Por otro lado, y pequeño punto negativo a remarcar termina siendo la repetición en la que termina el ciclo de juego. Tras más de 20 horas, nos quedará mucho por delante, pero igual ya estaremos acostumbrado al camino que hay que ir tomando cada vez. También hay que añadir que está pensado bajo cierta rejugabilidad, ya que nuestros guerreros, tanto de inicio cómo reclutados posteriormente en taberna y demás son totalmente aleatorios. Y los enemigos no siempre serán los mismos exactamente ni vendrán por los mismos sitios. Por ello la estrategia cambia ligeramente, pero no cómo para mantenernos pegados a la pantalla lo suficiente antes de cansarnos.
Visualmente es un muy buen estilo, bien trabajado y detallado, un pixelart de entornos y personajes en 3D que desde luego ha sido un acierto. De cara a las armas, movimientos, impactos y demás es realmente resultón, da la impresión de «falso» juego de alto presupuesto pese a ser un indie. Tenían una idea muy clara y la han desarrollado, algo que es arriesgado, no lo vemos todos los días y menos con tanta extensión en el apartado rolero. Otro apartado que cumple y suma, aún sin llamar mucho la atención es el sonoro. Siempre acompaña durante todas las fases, especiales para las de jefes, o melodías durante el día.
En resumen, The Last Spell, puede llegar a ser un pozo de horas realmente bueno para los fans del género. Un RPG táctico con toques de roguelite muy interesante y a tener en cuenta para este 2023. Llama la atención el progreso y su rejugabilidad, incluso su dificultad puede ser atrayente. Al menos hasta el punto en el que cae en la repetición. Una recomendación que aprueba en en todos sus apartados, pero que no llega al sobresaliente.