Tener recuerdos de largas tardes de verano, en coche, volviendo de la playa, aprovechando la luz de las farolas para poder disfrutar de las partidas en la Game Boy Color o consolas por el estilo, es algo más que habitual. Muchos echamos de menos esta época, quizás con la «mirada nostálgica» clásica con la que creemos que todo tiempo pasado fue mejor. Sin embargo, actualmente vivimos una época en la que «lo retro» está de moda y a día de hoy seguimos viendo lanzamientos para consolas que hoy día se consideran incluso vintage.
Marron’s Day es uno de esos juegos que precisamente juega con esas sensaciones, incorporando ciertos elementos en su jugabilidad que son más de la época actual, pero que sabe perfectamente dónde atacarnos: a los sentimientos de «nuestro yo pequeño».
Antes de contaros más sobre este título, os dejamos con su tráiler, donde podréis ver que también se puede disfrutar en consolas retro portátiles:
Una época de pocas cosechas
Nos encontramos en un mundo repleto de animales. Marron (protagonista de esta historia), es una coneja que, como era de esperar, es una auténtica amante de las zanahorias. Como todo el resto de su pueblo, lo que más le gusta por encima de todo, son los festivales que se realizan.
Desgraciadamente, la temporada actual debería de estar llena de cosechas, aunque la alcaldesa Donut (no muy healthy por su parte), ha decidido cancelarlo debido a la baja participación vecinal. Como jugadores, deberemos hacer que al menos seis vecinos participen para que el festival pueda realizarse, por lo que deberemos hacer toda clase de tareas con tal de lograr nuestro cometido.
No estamos ante un juego que se base en «granjas», sino en más bien ser los currantes del pueblo, pues al final, lo que deberemos hacer es buscar flores, mover las cajas del vecino… ¡En Marron’s Day, deberemos ser un habitante más!




Un planteamiento original
Lo cierto es que la mayor parte del tiempo estaremos caminando y conversando con el resto de habitantes del pueblo, siendo precisamente este lugar en el que ocurre la mayor parte de la acción. Por otro lado, hemos de advertiros que también visitaremos más lugares (aunque no demasiados, ya que el título realmente tiene una duración más bien corta, no llegando a las dos horas).
Marron’s Day se encuentra plagado de minijuegos (que, en verdad, forman parte de las tareas que nos mandarán los vecinos). Uno de los que más nos llamó la atención fue una batalla con gomas de borrar al más puro estilo «combate Pokémon». Lo cierto es que todos estos minijuegos nos han encantado y realmente hacen el camino hacia el festival muy disfrutable, aunque nos hubiera gustado que una vez completamos el juego, se nos habilitara un menú o alguna opción extra para poder jugar un ratito más a estas pruebas.
Hablando de completar esa historia, hemos de avisaros que una vez lo hagamos, nos quedará todavía algo por hacer, pues al final podremos retar a otros miembros de la comunidad y conseguir algún que otro extra.


Satisfacción en estado puro
Porque sí, jugar a Marron’s Day es tener ganas de sentir constantemente satisfacción, ya que estaremos ayudando a todo el vecindario mientras disfrutamos de un apartado artístico que nos hará sentir esa añoranza por los juegos con 8 bits. Si a esto le sumamos la variedad de entornos, así como los minijuegos (con sus propios estilos también), se nos queda en un juego muy completo pese a su escasa duración.
Todo el tiempo que empleamos en el título está más que justificado y la música (basada en bucles como antaño), nos logra transportar a esos bonitos recuerdos que os comentábamos en la introducción a este análisis.


Conclusiones de Marron’s Day
El estudio npckc tuvo más que claro lo que quería con Marron’s Day, entretenernos y darnos dos horas de alta calidad, en las que el jugador se sintiese importante y valorado dentro del vecindario. Pese haber podido caer en un «clásico de granjas», ha llevado la narrativa por un lado completamente inesperado.
El título tiene una gran personalidad y realmente el tiempo te pasa volando, terminándolo prácticamente sin darte cuenta. Desde The Art of Gaming, lo único que hemos echado en falta es esa posibilidad de repetir alguno de sus minijuegos a modo de «extra».