Más de una vez nos hemos encontrado, la mayoría de quienes ahora estamos leyendo estas líneas, con alguien que decidió comparar aquel juego que tanto lo estaba petando con una de las grandes obras de Nintendo, The Legend Of Zelda: Breath of the Wild. Y yo me pregunto: ¿es justo comparar determinadas entregas con la popular entrega de 2017? Y es precisamente la duda que he venido a aclarar hoy aquí.
Breath of The Wild, el soplo de aire fresco que necesitábamos
Efectivamente, Zelda Breath of the Wild salió en el año 2017, a la par que la principal plataforma en la que se puede disfrutar de la entrega: la Nintendo Switch (recordemos que también podemos disfrutar del título en Wii U). Y a partir de este día, nada volvió a ser igual en el mundo de los videojuegos.
Una historia narrada de forma distinta a la que estamos acostumbrados quienes hemos jugado a tantos Zelda. Unas mecánicas pulidas hasta la saciedad para aquellos que más disfrutan de crear nuevas formas de aventurarse ante el peligro. Una forma de (re)conocer el devastado mundo de Hyrule. Lo cierto es que BoTW supo satisfacer decenas de necesidades que ni siquiera los jugadores sabíamos que teníamos.
Y es que todo el juego, en su conjunto, supuso el culmen de distintos engranajes que ya habían funcionado en entregas anteriores y en otros juegos que fuimos disfrutando antes de que llegase la aventura de Link hace cinco años. ¿A qué me refiero con esto? Me explico:
Hay muchísimos ejemplos de mecánicas en BoTW que ya se encontraban en videojuegos anteriores. Sin ir más lejos, el vigor ya estaba en The Legend Of Zelda: Skyward Sword (del cual os dejamos el análisis por aquí), aunque en esta entrega lo conocíamos como indicador de resistencia. Por si no lo recordáis, os dejamos dos imágenes que os ayudarán a refrescar la memoria.
Esta entrega, en sí, no inventó muchas cosas, sino que la clave de su éxito fue pulir al máximo aquello que ya tenían para ofrecer al jugador la máxima experiencia, superando así las expectativas de decenas de miles de personas (¡entre las que me incluyo!).
¿Y valió la pena pulir las mecánicas al máximo exponente?
Desde luego que sí. Con unas cifras de venta que superan los 25 millones de copias vendidas, más de medio centenar de nominaciones a premios de talla mundial y más de treinta galardones (entre los que se halla el popular Game of The Year), está claro que Breath of The Wild se coronó como uno de los mejores juegos de la historia. ¡Y no solo por eso!
Si dejamos de lado los premios y nominaciones que evidentemente, son importantes, nos encontraremos con que en redes sociales TODAVÍA hay gente descubriendo nuevos detalles y distintas mecánicas cinco años después de que el juego viese la luz. CINCO AÑOS. Y para muestra un botón.
¿Y todo esto justifica que haya tanta comparación con esta obra?
Si bien es cierto que este artículo es de opinión, hay algo que nadie en su sano juicio podría negar: The Legend of Zelda: Breath of the Wild ha bebido de muchísimas entregas anteriores para crear un cóctel perfecto. Y lo más lógico, a fin de cuentas, es que otros juegos que aspiren a ser tan buenos como el que hoy nos atañe aquí, beban de él. ¿Es algo malo? En absoluto. A fin de cuentas todos los videojuegos poseen mecánicas que pueden repetirse de unos a otros, y no pasa absolutamente nada.
Aunque haya gente hastiada de las comparaciones con BoTW, yo creo que es necesario que las haya. Y no habría que tomárselas como algo malo, ¡al revés! Que comparen una entrega nueva con una que marcó a toda una generación de jugadores debería considerarse, más bien, un halago. Comparar dos obras (siempre en el buen sentido y sin necesidad de dañar o criticar destructivamente, claro está) siempre será constructivo y nos ayudará a entender ante qué videojuegos estamos.
Siendo así, creo adecuado concluir diciendo que en algún momento llegará otro juego que supere nuestras expectativas tan brutalmente como lo hizo BoTW en su momento. Sólo hay que esperar, y veréis cómo el ciclo de comparaciones se repite, esta vez con un título distinto.