Ayer PlayStation Network se cayó. Esto no es ningún tipo de intento de comenzar una absurda batalla de consolas. Tampoco busco hacer leña del árbol caído y criticar algo que podría haber pasado a cualquiera. Es cierto que se cayó justo en un día tan importante que, ni más ni menos, se iba a poder jugar la beta de Monster Hunter Wilds, el videojuego más esperado del mes. La intención de esta noticia es más bien generar un debate sano sobre el formato físico y el digital.
La historia nos la sabemos. Ahondar de nuevo en ella es redundar. Básicamente, el formato digital está aumentando en detrimento del físico. El mismo Alan Wake 2 salió al principio exclusivamente en formato digital, y es uno de los títulos más importantes del género de terror de los últimos años.
Esto no es un capricho de las compañías, aunque les suele convenir bastante. Nace como eslabón de la cadena de que cada vez las viviendas son menos espaciosas y la ausencia de material para producir en masa discos o cartuchos (que se acentuó con el Covid-19 y los problemas bélicos). Como he dicho, a las compañías les viene bastante bien. Sin embargo… ¿le viene bien a los jugadores?
¿Son nuestros los juegos que compramos?
El mayor de los problemas que se puede ver en esta tendencia del formato digital es el poco control que el usuario tiene sobre sus juegos. En primer lugar está el hecho de que si Steam, por poner un ejemplo, decidiera dejar de distribuir uno de sus videojuegos que solo está en su plataforma, ese juego quedaría perdido. Sin embargo, esto no es lo peor: en realidad, al comprar el videojuego, el jugador está comprando una licencia para poder reproducir el videojuego, pero no el videojuego en sí. Esta regla se ve acentuada en plataformas como Ubisoft Connect, en cuyas cláusulas se indica que, si el jugador está inactivo durante más de tres meses, su cuenta y, por ende, sus videojuegos, queda cancelada.
En las antípodas, la plataforma GOG permite jugar a sus videojuegos sin tener acceso a internet, descargarlos en CD y hace poco lanzó una propuesta para la conservación del videojuego, rescatando títulos tan de renombre como los Dino Crisis, que hasta hace poco no podían ser jugados.


Parches de día uno… una vez más
Otro de los problemas para el usuario es que los videojuegos salen incompletos. Es una práctica recurrente el parche de día uno, que luego es precedido por un segundo, un tercero… En definitiva, el jugador que paga el precio completo por un videojuego, que debería poder tener el privilegio de disfrutar desde el primer día, no consigue tener la experiencia completa. Está cada vez más extendida la práctica de esperar un tiempo a «que lo arreglen» y de paso, pillarlo algo más barato.
Finalmente está lo que ha ocurrido con PlayStation Network. Al necesitar conexión a internet, tanto si el router de la casa del jugador como si los servidores de la compañía de turno caen, será mejor que este tenga una familia o compañeros de piso simpáticos, porque le va a tocar desempolvar el parchís.
Sería muy interesante generar un debate sano con este post. Pero sobre todo, ten en cuenta que lo importante es jugar y divertirse, ya compres en físico o en digital. ¿Qué beneficios trae el formato digital? ¿Qué problemas acarrea el físico? ¡Te leemos!
¡Ah! Y si se te ha caído tu plataforma de confianza… Coge el móvil y échate unas partiditas al Pokemon TCG Pocket. ¡Aquí te dejo unas guías de mazos!